Salud financiera y salud mental: dos caras de la misma moneda

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Cada vez más estudios confirman algo que muchas personas intuyen en su día a día: el dinero influye directamente en cómo nos sentimos. No se trata solo de llegar a fin de mes, sino de la tranquilidad, la seguridad y la capacidad de planificar que nos da una buena salud financiera. Cuando esa estabilidad falta, la salud mental se resiente.

Ahora bien, conviene recordar algo importante: el estrés financiero no siempre se resuelve únicamente con una mejor gestión individual. Factores como la precariedad laboral, los salarios bajos o el encarecimiento del coste de vida limitan mucho el margen de acción de las familias. La educación financiera es una herramienta clave, pero no sustituye la necesidad de abordar estos problemas de base. 

Especialmente preocupante es la situación de los jóvenes. En España, un estudio del Observatorio Social de la Fundación “la Caixa” reporta que el 31 % de los jóvenes de entre 20 y 34 años están en riesgo de depresión o ansiedad, y que el 40,6 % atribuyen al menos un problema de salud mental a la inseguridad económica. Asimismo, más del 55 % de los jóvenes con carencias materiales severas presenta problemas de salud mental frente a un 37,7 % entre quienes no atraviesan dificultades económicas. Un 82,6 % de jóvenes desempleados afirma que su situación laboral impacta negativamente en su bienestar emocional.

 

Un círculo que se retroalimenta

La precariedad laboral, las barreras al acceso a la vivienda y la dificultad de proyectar una vida estable aumentan esta presión. En un contexto global de incertidumbre política, cambios rápidos y crisis constantes, muchas personas sienten que no pueden construir un futuro con seguridad. Esta combinación actúa como acelerador del malestar psicológico, especialmente entre los/as más jóvenes. 

La Universidad Pontificia Comillas advierte que el estrés financiero genera un círculo vicioso: los problemas económicos incrementan el malestar psicológico, y este a su vez dificulta la toma de decisiones financieras acertadas. A ello se suma que la ansiedad, la depresión o la falta de concentración derivadas de la presión económica también afectan negativamente a la búsqueda de empleo o a la capacidad de mantener uno. De esta forma, la situación de estas personas no mejora, sino que tiende a empeorar, reforzando la espiral de precariedad. 

El análisis de Infocop añade que la crisis del coste de vida está intensificando estos efectos. El aumento de precios y la precariedad laboral elevan los niveles de estrés y ansiedad en gran parte de la población española. 

Aquí es donde conviene introducir una reflexión crítica: si bien la educación financiera fortalece la resiliencia, pedir a las personas en situación precaria que resuelvan sus problemas solo a través de su esfuerzo individual es injusto. Se requiere también un contexto económico que garantice ingresos dignos y estabilidad

 

Señales de alarma

El impacto del estrés financiero no siempre es evidente. A veces se manifiesta en síntomas físicos, otras en la forma de pensamientos recurrentes. Algunas señales a tener en cuenta: 

  • Preocupación constante por el dinero, incluso en momentos de descanso. 
  • Dificultad para dormir o relajarse por miedo a impagos. 
  • Evitación de abrir cartas del banco o revisar cuentas. 
  • Discusiones frecuentes en pareja o familia relacionadas con gastos. 
  • Sensación de fracaso o culpa por la situación económica. 

 

Reconocer estas señales es el primer paso para buscar ayuda.

 

La educación financiera como herramienta para la prevención, sí, pero con matices

Los datos muestran que quienes cuentan con conocimientos financieros básicos manejan mejor estas situaciones. El informe de la CNMV destaca que comprender conceptos como el presupuesto, el ahorro o el interés compuesto permite tomar decisiones con más seguridad. 

Sin embargo, la educación financiera no es una varita mágica. Puede enseñar a gestionar mejor lo que se tiene, pero si los ingresos son muy ajustados, las opciones de ahorro y planificación son limitadas. Este matiz es esencial: no podemos culpar a las personas por no ahorrar cuando sus salarios no les permiten cubrir lo esencial.

 

Recomendaciones prácticas para mejorar el bienestar financiero y emocional

  1. Elabora un presupuesto realista: no se trata de controlar cada céntimo, sino de tener claridad. 
  2. Ahorra aunque sea poco: incluso cantidades mínimas pueden dar seguridad a largo plazo. 
  3. Infórmate y fórmate: conocer conceptos básicos reduce la ansiedad. 
  4. Evita las decisiones impulsivas: planificar gastos ayuda a ganar control. 
  5. Habla de dinero: compartir preocupaciones rompe el aislamiento. 
  6. Busca apoyo: tanto financiero como psicológico si la situación lo requiere.

 

Conclusión: Educación financiera sí, pero con mirada amplia

Los estudios coinciden en que la educación financiera juega un papel protector frente a las dificultades económicas. El informe de la CNMV subraya que quienes tienen más conocimientos financieros gestionan mejor el estrés y planifican con mayor seguridad. 

Además, la falta de un colchón de ahorro es uno de los principales factores de vulnerabilidad: el artículo de Funds Society recoge que el 60 % de los hogares españoles no tendría capacidad para afrontar un gasto imprevisto de más de 1.000 euros. 

En paralelo, el análisis de Infocop recuerda que este malestar financiero se traduce en más consultas psicológicas y médicas, lo que genera un impacto adicional en el sistema sanitario. 

La evidencia es clara: la salud financiera y la salud mental están profundamente conectadas. La educación financiera es una herramienta poderosa para mejorar la resiliencia individual y reducir la ansiedad. Pero no podemos olvidar que la raíz del estrés financiero también está en la precariedad estructural: bajos salarios, encarecimiento de la vida y falta de estabilidad. 

Por eso, el esfuerzo debe ser compartido. A nivel personal, aprender a gestionar el dinero es una forma de autocuidado. A nivel social, necesitamos condiciones que hagan posible que ese aprendizaje se traduzca en bienestar real. Solo así podremos avanzar hacia una verdadera salud financiera… y mental.

 

Referencias

 

 


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